COMO AFRONTAR EL CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS ENTRE ADOLESCENTES
Cuatro especialistas consultados por Página/12 aportan ideas sobre el uso de alcohol y sustancias psicoactivas entre adolescentes. Sugieren evitar discursos moralistas, fomentar los vínculos familiares, hacer prevención desde la escuela primaria e informar sobre los efectos de las combinaciones.
Por Eduardo Videla
El primer paso es eliminar la idea de que a uno no le va a pasar. El segundo, entender que el tema del alcohol y las sustancias psicoactivas debería hablarse con los niños antes de que sean adolescentes, si es posible en la escuela primaria. El siguiente, reemplazar los discursos moralistas por un mayor diálogo en las familias. Cuatro especialistas en adicciones y tratamiento de jóvenes usuarios de drogas y alcohol consultados sobre este diario analizaron el problema e hicieron algunos aportes sobre un tema que inquieta a los adultos pero también a los chicos. El debate creció en los últimos días a partir del tratamiento que algunos medios dieron a la muerte de una estudiante del Instituto Marianista, que se atribuyó a la mezcla de alcohol con otras sustancias, algo que aún no fue determinado.
“Si vamos a hablar del alcohol o de las drogas cuando son adolescentes, llegamos muy tarde”, dice María del Carmen Hiebra, jefa del servicio de Adolescencia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. La médica cuestiona que se hable de los adolescentes cuando aparecen episodios en los que son víctimas de situaciones complicadas. “Habría que tener en cuenta que los adolescentes son una expresión de la sociedad en que vivimos –afirmó la especialista–. Deberíamos preguntarnos qué sociedad creamos para que ellos se expresen de esta manera.”
Sostiene Hiebra que “si bien el consumo de alcohol y sustancias no es nuevo, en los últimos tiempos se detecta un inicio más temprano, y una equiparación de mujeres y varones en el abuso”. “Además, los psicofármacos y las drogas ilegales están más al alcance de la mano, lo que contribuye a la universalización del problema”, agregó.
Para la especialista, más que campañas de prevención, “son importantes las acciones primarias como fomentar los vínculos familiares”. “Hoy, por distintas situaciones, las familias no tienen diálogo, y no por responsabilidad de los padres, ya que es difícil el diálogo en situaciones adversas: los que tiene trabajo viven inmersos en un mundo de agenda completa, y los que no lo tienen están muy descalificados”. En ese sentido, sugiere hacer un acompañamiento del crecimiento de los hijos: concurrir a un acto escolar, compartir una mesa, interesarse por lo que hizo el otro. Son muchas las familias que viven bajo un mismo techo y sin embargo no se conocen.
“No se trata de ejercer un control vigilador sino de tener cuidados, de saber qué les pasa cuando están afuera”, concluye.
Paula Goltzman trabajadora social, coordinadora de intervención de la asociación Intercambios, explica que “todas las mezclas agravan los riesgos de las sustancias, ya que potencian los efectos propios de cada sustancia con más riesgos para el organismo”.
¿Qué deben hacer los padres ante esta situación? “En principio, deberían trabajar con recomendaciones reales. No pensar que a su hijo no le va a pasar por el ambiente en que se mueve, ya que existe una oferta permanente de sustancias cada vez más amplia. Tomar conciencia de que es muy sencillo adquirirlas. En ese contexto, es más útil que el mundo adulto se abra a escuchar a los chicos, tener un acercamiento, buscar información, y en ese marco, cada familia debe resolver la situación.”
Para la psiquiatra Susana Calero, jefa del servicio de Adicciones del Hospital Alvarez, muchos padres se enteran de la situación de adicción en que se encuentran sus hijos “muchos años después de que empezaron a consumir”. “Hay un estado de negación, piensan que eso no les va a pasar. Sabemos que los adolescentes, como en los boliches no les venden alcohol, se reúnen muchas veces antes para tomar, a veces en alguna casa, donde los padres muchas veces no están presentes”.
La especialista recomienda, como mejor forma de prevención, “que en la casa y en la escuela se hable más del tema, antes de los 17 y los 18 años”. “En el preescolar ya se habla de los daños que provoca el tabaco, y son los propios chicos los que les piden a los padres que no fumen. A esa edad debe empezarse con la atención primaria, con la educación para la salud”.
“Los padres deberían saber cuál es el entorno en el que se mueven sus hijos, conocer a los padres de sus amigos y hablar con ellos”, sugiere Calero. Cuando se convocan a reuniones de padres en la escuela, la mayoría no va. Sólo concurren los padres de los chicos que no tienen problemas.” dice Calero, jefa del servicio de Adicciones del Alvarez desde hace 37 años.
“No se trata de ejercer un mayor control, que suena represivo, sino de tener un mayor contacto, un mayor acompañamiento –sostiene–. ¿O no son los propios padres los que les compran la cerveza en el supermercado o les dejan la casa vacía para que puedan estar tranquilos?”
Para Ricardo Paveto, psicólogo, especialista en adolescentes de la Asociación de Reducción de Daño de la Argentina (Ardra), “el consumo de sustancias legales e ilegales en escenarios de diversión requiere elaborar políticas preventivas por parte del Estado, desde un criterio epidemiológico”. Para ello, sostiene Paveto, es necesario construir una política preventiva y comunicacional que no sea moralista ni discriminatoria, que no repita el discurso que han dicho los padres sino que incorpore las opiniones de la población a la que está dirigida, a partir del dialogo con los adolescentes, para conocer de qué manera significan esas situaciones”.
“Aun así, es probable que una cantidad de adolescentes de todas maneras consuma, por lo que es necesario que tengan una información adecuada sobre los efectos que producen las sustancias u los riesgos de las mezclas”, agrega Paveto.
Por último, recomienda evitar el camino de la prohibición. “Se cree que algo que se prohíbe deja de existir, y no es así, por el contrario, ocurre con más intensidad y con mayores riesgos”, opina. Y agrega que las políticas sobre el tema deben “involucrar a la responsabilidad social de los empresarios, que lucran con esta actividad”.
Respecto del tratamiento de los medios, el especialista de Ardra sostiene que “no se puede tratar el tema a partir de los dichos de dichos, sin un informe clínico, y decir que un hecho se produjo por abuso de sustancia o por mezclas”.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-93223-2007-10-19.html
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