El periodismo gráfico se construye con palabras, siempre a partir de una noticia. Sería imposible pensar en un periodismo gráfico abstracto, porque no habría línea de referencia con el suceso a narrar, además de que se perdería el objetivo primero: informar con un fin social. Es probable que se esté hablando aquí de literatura, entendida en su definición más amplia.
Es entonces evidente que cuando están las palabras de por medio las primeras aproximaciones gnoseológicas surjen mediante un lenguaje sencillamente identificable. La búsqueda del sentido es casi inmediata, aunque las interpretaciones puedan ser múltiples. Muy distinto es el campo del arte plástico. Las imágenes no encierran a la realidad en palabras, sino que apelan a la morfología y al trabajo cromático para presentar una situación, determinada o no. Lo mismo da.
Dentro de esta exploración semántica, donde pocos criterios pueden erigirse con solidez absoluta, se ubica la obra pictórica del artista marplatense José María Casas. Un joven de 25 años que rápido se aburre de ser él mismo. Sus cuadros son distintas personas, aunque tal vez él no es ninguna de ellas. Sus telas y sus figuras esquivan el encasillamiento categórico, varían con el tiempo. Igual que un pomo de óleo destapado que se va secando a medida que avanzan los días. En su obra completa aparecen destellos de naturalismo que luego fueron mutando hacia el cubismo y el expresionismo abstracto. Todo este globo de escuelas también fue arrastrando cambios técnicos que aparecieron junto con las nuevas lecturas. Él mismo le atribuye a Jacques Lacán varias ideas que luego plasmó en lienzos blancos.
El 21 de octubre, Casas viajará a Chelsea (Nueva York) para exponer en una muestra colectiva de arte latinoamericano. Y a los pocos días, exactamente el 16 de noviembre, se deslizará hacia Italia para mostrar otra serie de cuadros en Castello Estense, un castillo ubicado en Ferrara.
Su taller está montado en una terraza devenida en altillo, por encima de una galería de oficinas jurídicas. Las paredes están pintadas de blanco, a pesar de que casi no hay lugares libres. Cada
- ¿Ya enviaste las obras a Nueva York?
- Sí, son cuatro. Una hecha en espátula; una en acrílico y dos paisajes surrealistas abstractos.
- ¿Cómo surgió la posibilidad de exponer allá?
- Por Internet. Es una herramienta a la cual hay que hacerle un monumento.
- ¿Cómo es la organización de una muestra de esta magnitud?
- Son muy prolijos en todo. Por ejemplo, para que te acepten, en lugar de enviarles un book por correo, las galerías tienen páginas web donde podés cargar datos personales e imágenes. A ellos les llega todo armado digitalmente, acorde a lo que vos querés mostrar. Luego deciden si te invitan.
- ¿Es caro, desde Mar del Plata, salir a exponer hoy al extranjero?
- Sí, mandar las obras es caro. Y más en este caso que hay que mandarlas armadas, con el marco y todo. Tuve que enviarlas un mes antes y eso es un costo grande. Tuve que contratar una empresa especializada en envíos de piezas de arte, además de los permisos para sacar las obras del país, aduana allá y acá… es todo muy largo. Y si algo se vende allá, también es todo un tema. Hay porcentajes para el Estado… se hace engorroso.
- En el caso de que haya obras que no se vendan ¿Las traés o las dejás alla?
- Definitivamente quedan allá. Voy a salir a buscar galerías para que se las queden y las expongan. Además de eso, quiero también recorrer muestras de expresionismo abstracto en Nueva York. Eso me enriquece más que cualquier otra cosa. Hacer contactos, conocer artistas…
- Si no existiría Internet sería muy difícil tener una oportunidad de este estilo…
- Sí. Aunque hay otras formas, está la suerte de ganar un concurso, utilizar estrategias violentas de marketing, inflarte en una subasta, pero son todas situaciones forzadas.
- ¿Cuántas obras llevás a Italia?
- A Ferrara llevo tres, que se expondrán en un castillo. La curadora de esa muestra sugiere que lo abstracto tiene mucho que ver con la magia, entonces decidió utilizar un castillo antiguo para armar la exposición. Cosas de las curadoras… (risas).
- ¿Cómo hace alguien que quiere exponer afuera y no tiene el sustento económico necesario para hacerlo?
- Es muy complicado. Probablemente la mejor forma sea irse a vivir afuera. Todos los grandes maestros que triunfaron internacionalmente tuvieron que irse y ponerse a pintar afuera. Es áspero ingresar en el mercado si no tenés un nombre. Además, el Estado no fomenta este tipo de intercambios.
- Hoy las discusiones sobre arte sugieren que en la actualidad hay muchos artistas que llegaron gracias a que supieron venderse, en lugar de llegar por talento. ¿Qué opinás?
- No lo dudo. Una vez que alguien tiene un producto aceptable, viene el marketing. La diferencia, de ahí en adelante, depende del lugar que ocupás en el mercado.
-Entonces… ¿Cuál es el criterio para encontrar una verdadera obra de arte?
- Gusta o no gusta. Después hay cosas técnicas, pero el artista adapta eso a su forma de expresarse, es algo muy personal. La obra que trasciende es la que tiene vida. La que te llega. Poner un solo criterio en el arte sería fascista.
- ¿Crées que hay un buen nivel artístico en Mar del Plata? ¿Puede llegar a venir un curador de afuera e interesarse por los artistas locales?
- Hay buen arte acá, lo que pasa es que hay muy pocos que exponen. He visto mejores obras guardadas en tallares personales que en muchas de las exposiciones que he visto. Lo que yo veo es mucha repetición.
- ¿Por qué creés que pasa eso?
- Porque dentro del mundo del arte hay una filosofía que te dice que tenés que mostrar quién sos y hacer siempre lo mismo, dentro de la misma línea, para que te identifiquen. En mi caso, como lo primero que hice fueron trabajos en espátula, tendría que seguir haciendo toda la vida eso. A mi no me convence esa postura. Incluso los grandes maestros te sugieren hacer una cosa y seguir en ese camino. Hay muchos que se sienten cómodos con lo que hacen, a mi esa comodidad no me ha durado aún para toda la vida.
- ¿Estás conforme con el resultado final de tus obras?
- Sí, claro. Hasta que no me gusta lo que estoy haciendo, no puedo parar de hacerlo. Tengo que estar conforme. Muchas veces los cambios llegaron después de pelearme con una tela, cuando las cosas no iban para donde quería. En esos momentos surge un click que te hace reestructurar todo el campo, como un inside, para dar una vuelta de rosca más. Es decir, lo que no me gusta trato de llevarlo hacia los cambios.
El Marplatense, Martes 24 de Octubre del 2006 , Pagina 21.
1 comment:
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eso de "un jóven q se aburre
rápido de ser el mismo" es un
"sic" o es la interpretación
del periodista? te amo beibi,
besh0o0o0o0ote!
Lu.-
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