El viernes 24/2 estuve pintando nuevamente en vivo. En esta ocasión la cita fue en la Cabaña del Bosque, una hermosa casa de te ubicada en el Bosque Peralta Ramos de la ciudad de Mar del Plata. El marco era inmejorable: añejos y altos arboles, el cielo estrellado, y música de primer nivel de la mano de "Santur Trio" en formación ampliada (sexteto).
El tema en si de pintar en vivo siempre me streso bastante, nunca sabia si aceptarlo o no ya que no me sale hacer "como si", si voy a ir voy a hacer lo que se hacer y como quiero hacerlo. Fue por eso que cuando David Akerman me invito a este ciclo al principio lo dude, pero luego acepte al ver lo interesante de la propuesta: el hecho de ser con música en vivo y el medio del bosque le daban a la experiencia otro tinte. A partir de alli empece a pensar como resolver ciertas complicaciones técnicas, y justo surgio la chance de pintar en vivo en el Espacio Perfil y en London Club lo cual acepte para ir ablandandome y ensayando para el encuentro con el bosque.
El primer escollo técnico que encontré en dichos ensayos fue el de nivelar el soporte y pelear contra el viento. Mi técnica es super acuatica, 100% liquida, y un simple desnivel o varias ráfagas de viento alcanzan para desarmar todo lo hecho. En espacio perfil el enemigo fue el viento, y la cosa se puso espesa hasta que le encontré la vuelta, pero como mi presencia era una entre 6 artistas pude tomármelo mas como un juego, no rallarme, y eso me permitió estar los suficientemente relajado como para encontrarle la vuelta.
En el bosque la cosa fue distinta, no llegue en un buen dia, tenia un humor de perros, pero por suerte el solo ver el lugar ya me puso un stop. La vegetacion, la calma, y la energia del lugar me hicieron olvidarme del día que había tenido. No conforme con eso me trataron como un rey y pude degustar un te con torta que de tan rico era capaz de resucitar hasta a los muertos. Sin embargo cuando volvi a salir afuera para encarar la tarea me encontre con algo que me apabullo bastante: gente, muchaaaaa gente!. Y atras de ello una inclinacion en ambos ejes que tornaba en todo un desafio el nivelar el soporte. --(No hay quejas ni reclamos en esto ultimo, pintar en exteriores es pintar en exteriores, y mas si es en un bosque!)-- En fin, se me complico la cosa, se me acelero el pulso, y tenia ganas de que me tragara la tierra, pero justo arranco la musica y cambio todo. Si pintar con musica es un placer, poder hacerlo con una banda tocando en vivo no tiene precio, mas si justo es ESA musica. Cuando me quise acordar estaba flotando en los sonidos, totalmente compenetrado en la tarea. Me habia olvidado de la gente, del desnivel, del stress, de todo. La cosa fluyo, y me encontré haciendo lo que mas disfruto y lo que mejor me sale: pintar.
Cuando todo termino un montón de gente se acerco a ver lo que había hecho, a preguntar, a comentar que veía y que le había parecido la experiencia, y la verdad es que se genero algo muy lindo. Una vez mas los miedos eran infundados, no solo me encontré pudiendo trabajar como si estuviera en mi taller, sino que ademas tuvo el plus de poder hacer algo en relación con otros artistas. Cada nota, cada sonido, reverberaba en la obra y aparecía, y eso tiene un plus que el trabajar solo nunca tendrá. Por otro lado la gente sumo lo suyo y termino cerrando una experiencia inigualable.
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