Friday, June 29, 2007
“Mientras esté prohibida, no se reducirá la droga”
Fue a puertas cerradas y con compromiso de confidencialidad. En el viejo hotel Castelar, medio centenar de funcionarios, jueces, fiscales, académicos, diputados y senadores se reunieron ayer en un “segundo encuentro de diálogo sobre políticas de drogas”. Convocado por un grupo de legisladores y jueces –encabezados por el diputado y ex ministro de Salud santafesino Juan Sylvestre Begnis y el juez Martín Vázquez Acuña–, los expositores debatieron sobre posibles modificaciones a la ley de drogas, la ya polémica 23.737, con miras a la despenalización de la tenencia para el consumo. El evento comenzó con un plato fuerte, la disertación del experto canadiense Eugene Oscapela –invitado por la Embajada de Canadá en Buenos Aires–, un criminólogo que argumentó a favor de la despenalización y contra el sistema de prohibición global. “El uso de la ley penal no solo es ineficaz, sino que causa un daño principalmente con el fortalecimiento de las organizaciones criminales”, le dijo a Página/12 Oscapela, en una impasse durante la larga jornada en la que los representantes de la Justicia argentina se mostraron mayoritariamente a favor de esa postura.
De hecho, tras la conferencia de Oscapela, quien viajó junto al senador por Otawa, Pierre Claude Nolin, los asistentes escucharon la disertación del titular de Sedronar, José Ramón Granero. Fue la primera ocasión para el debate y la crítica. Granero despuntó el vicio de las estadísticas y las encuestas sobre consumo. Aseguró que el 25 por ciento de los adolescentes de entre 14 y 17 años consumen marihuana, según contaron a este diario algunos de los asistentes al encuentro. “Se le planteó abiertamente que sus estadísticas son importantes, pero no deben repercutir sobre el derecho penal, sino que deben servir para buscar soluciones en el campo de la salud”, contó un funcionario nacional.
Reacios a dar información sobre lo ocurrido en el encuentro, los organizadores prefirieron alejar al cronista de los hechos. El derrotero de las discusiones, sin embargo, quedó claro en el off the record para media docena de asistentes. “Tanto el senador Nolin como el experto se mostraron en contra de la política de la represión de la tenencia para el consumo. En Canadá, contaron, entre el 47 y el 50 por ciento de la población probó marihuana y el hecho de que alguien dé una pitada a un porro no lo convierte en un adicto, ni en un delincuente, ni en un sujeto peligroso”, contó una fuente que pasó el día entero en el evento, con brindis final en la sede de la embajada canadiense.
Sin embargo, los convocantes aceptaron una corta entrevista con los invitados especiales. Así, el senador por Otawa, Pierre Claude Nolin, un hombre alto y grueso, de impecables tiradores sobre una camisa clara, señaló ante Página/12 la estrategia global por la legalización del mercado de drogas. “Estamos cuestionando la eficacia de usar el poder penal del Estado para regular los fenómenos sociales. El fenómeno social no es el tráfico, sino el uso de drogas ilegales o legales. El Estado debe intervenir sobre el problema de salud independientemente del penal. Es más difícil encarar una política así, pero mucho más efectivo”, dijo. Nolin, vehemente, es uno de los máximos líderes mundiales que se opone al sistema de prohibición total. En su país presidió la comisión parlamentaria que aconsejó a los legisladores legalizar la marihuana y regular su venta para terminar con el mercado ilegal del cannabis.
–Aquí el ministro del Interior ha dicho que por perseguir consumidores no se ha combatido a las grandes bandas. ¿Cree que es una lectura lógica? –le preguntó Página/12 a Eugene Oscapela.
–No, hay que separar los dos aspectos. Estados Unidos logra secuestrar el diez por ciento de lo que entra al país. El incentivo económico que es el resultado de la prohibición es simplemente demasiado poderoso para que sea derrotado por ninguna ley. La ley de la economía es más poderosa que la ley penal. En tanto se prohíban las drogas no habrá ningún gobierno democrático que tenga esperanza razonable de reducir la oferta de drogas. Y aunque se reduzca, la ley de la economía volverá a ganar. Al frenar al tráfico con lo penal se puede generar escasez de un producto: ante eso el mercado eleva el valor para no perder.
–Usted plantea lo opuesto al Informe Mundial de Drogas de la ONU divulgado anteayer –le dijo este diario al senador Nolin.
–Hace diez años, esa misma organización emitió una declaración diciendo que con el combate prohibicionista la producción o venta sería eliminada en todo el mundo para el 2008. En estos diez años la producción de heroína llegó al máximo. La de cocaína bajó en Colombia, pero aumentó en Bolivia y Perú. Ellos son optimistas porque están más preocupados por proteger su trabajo. Suena cínico, pero el hecho es que el método que respaldan, la prohibición total, es un fracaso absoluto.
Fueron varios los discursos que descollaron en la reunión del Castelar. Más cerca de la posición canadiense que de lo esbozado por Granero se mostraron la procuradora general de la Suprema Corte bonaerense, María del Carmen Falbo; el titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, Marcelo Saín; los jueces Luis Niño y Abel Cornejo –del juzgado federal de Salta–, la camarista federal Lucila Larrandart; las defensoras oficiales Patricia Bassi y Matilde Bruera, la fiscal Mónica Cuñarro y los organizadores. Tanto Vázquez Acuña como el diputado Sylvestre Begnis, presidente de la Comisión de Salud, ya estuvieron en Canadá en una reunión con magistrados de Norte y Latinoamérica que buscan un camino alternativo a la prohibición global. “Queremos constituir una comisión que ejerza su influencia para desafiar el sistema actual –explicó el senador Nolin–. La prohibición genera el mercado negro. La ilegalidad se transforma en la fuente principal de ingreso para muchas organizaciones criminales, por eso sería mejor una alternativa a la salida penal.”
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-87328-2007-06-29.html
Thursday, June 21, 2007
Juan Sasturain - Introducción a la Crítica de la Razón Bostera
“No me importa lo que digan /
lo que digan los demás... /
Yo te sigo a todas partes... /
Cada vez te quiero más.”
Anónimo popular bostero
No me da el tiempo ni tengo la tranquilidad necesaria; son casi las once y media de la noche y Román –tras toque de Ibarra– acaba de cruzarla al segundo palo y parece que la Libertadores vuelve a la Argentina. Me gustaría poder poner en ordenados términos lo que experimenté, lo que pensé hoy. Porque por motivos de obvia coyuntura, hoy Boca es el tema. Aunque en realidad, para los apestados de fiebre futbolera como el que suscribe, lo es habitualmente: Boca nos ocupa y preocupa incluso más allá de lo que seríamos capaces de admitir. Estamos pendientes de cómo le (nos) va, cómo sale/salimos cada vez que juega/jugamos. Hablamos en primera del plural, ganamos o perdemos con Boquita: somos “de Boca” con toda la enormidad y el despropósito de semejante declaración de alienada pertenencia. Quién sabe qué carajo pone uno en semejante entrega de afecto, energía y emociones, pero es así. Pero sin duda que hay razones –supongo que son ésas del corazón– para que nos pase lo que nos pasó antes, esta noche, la próxima, siempre y cada vez, desde que nos acordamos.En síntesis y de apuro: me animo a sostener aquí que hay una razón bostera, una forma, una lógica, una manera de mirar y sentir el fútbol –pasión, juego y competencia– que puede y merece ser analizada con pretensiones de objetividad y alguna certeza, más allá de que la reiterada apelación al “sentimiento” –y a su fotocopia quemada, la “pasión”– en tanto primer y aparatoso fenómeno observable suelan desviar, como se verá, la comprensión más fina. Ese desborde emocional que encandila al observador puede servir sin duda como primer dato, pero no tiene por qué ser el lugar de reflexión inicial y menos el corolario último.
Sin embargo, creo que es necesario –en momentos en que Román hace el segundo, de guapo, estirándose entre dos brasucas en el cierre– hacer una introducción negativa, describir la equívocas bases sobre las que se suele sustentar la inexistencia de esa razón. Precisamente, desde la ignorancia y el prejuicio –que suelen ir juntos– se puede suponer que hay errores básicos en el título de estas preliminares reflexiones a calzón quitado y a camiseta puesta. Por eso, primero cabe aclarar que “crítica” no significa necesariamente apreciación negativa, sino que se usa aquí en tanto sinónimo de análisis, estudio, cadena de juicios, a la manera como Kant o Sartre –dos sapientes pataduras– han utilizado la expresión para encabezar sus especulaciones sobre otras “razones”, puras o dialécticas. Y en segundo lugar, la posible objeción de considerar “razón bostera” un oxímoron –ese gesto retórico de ayuntar dos palabras de sentido opuesto o contradictorio– no deja de ser un chiste fácil y revelador de algunos lugares comunes de la pereza intelectual que nos agobia a todos y limita a sus cultores, cierto mediopelo incombustible, y a tantas aves repetidoras de diferente plumaje. De algún modo, a ese tipo de pensamiento y resentidos pensadores están dedicadas estas reflexiones más eruptivas que programáticas.
Precisamente, un buen punto de arranque para pensar qué es o significa en este país “ser de Boca”, es la tesis negadora de esa posibilidad: analizar los supuestos de quienes sostienen la inviabilidad de una “razón bostera”. Al respecto, hay dos variantes. Por un lado, están los que parten de la oposición razón/irracionalidad. En su análisis –desde la soberbia vereda cartesiana, que jamás se pinta de azul y oro–, no puede haber una razón bostera porque “ser de Boca” no es jamás una elección genuina, resultado de un conocimiento –“saber de fútbol”–, sino una mera adhesión espuria, barata e insostenible. La hipótesis subyacente es: los hinchas de Boca no razonan, y, por lo tanto, eligen a partir de variables alienadas e inaceptables para el buen sentido: la necesidad de sumarse a la mayoría (seducción de la dictadura del número: sentirse “la mitad más uno”), el oportunismo de elegir a un habitual ganador que garantiza festejo tupido (cuando no se gana en ningún orden de la vida, brinda satisfacción vicaria); el gusto por las emociones más elementales y primitivas: la seducción de la fuerza, el grito, el colorido (el viejo circo) y, finalmente, la ocasión de cultivar irresponsablemente la pasión más desatada, conseguir el triunfo de cualquier manera y cueste lo que cueste. Detrás de la adhesión a Boca –siempre según sus torpes críticos– están (sólo) estas vulgares motivaciones. El hincha de Boca no piensa y cuando parece que lo hace se trata sólo de un simulacro de pensamiento ya que se mueve casi instintivamente, por impulsos elementales.
Así, las limitaciones del bostero –o del tipo humano que se elige bostero– resultan ser para esta mirada reductora, en términos filosóficos, de tres órdenes: gnoseológicas (incapacidad de conocer, re-conocer la realidad); estéticas (tiene mal gusto, carece de sutileza y sensibilidad para lo bello) y éticas (carece de escrúpulos respecto de los medios para lograr el triunfo).
Claro que por otro lado, y en la aparente vereda o tribuna de enfrente, están los que se salen de la cuestión y oponen la razón no a la irracionalidad sino al sentimiento. Que no es lo mismo: “ser de Boca” sería resultado sólo de “un sentimiento” y, por lo tanto, como gesto afectivo, no puede ser ni necesita ser analizado: se es por un sentir, no por un razonar. Este tipo de postulado es el que ha conseguido más adhesiones: lo que no se explica, se siente. Y esa formulación radical –popularizada después en otros ámbitos y con otras camisetas– ha partido desde el mismísimo campo bostero, orgullosamente postulado. Y se ha ido más lejos: ese sentimiento es amor, es pasión. Y como tal, no rinde cuentas ni las reclama, ni siquiera espera ser correspondido.
No puede causar extrañeza entonces que, en términos groseramente socio-ideológicos, durante décadas Boca fue, para sus detractores, el equipo de los negros –“los negros de Boca”–, una calificación que posteriormente derivó a el equipo de los villeros –“todos paraguas y bolitas”– en tanto esos sectores sociales encarnarían, en sus decisiones, en sus afectos, en sus lealtades, todos los “errores” propios de su condición alienada o irrecuperable. No cabe acotar nada ante la evidencia flagrante del clasismo racista orgullosamente ostentado. No cabe tampoco establecer ningún paralelo con un fenómeno similar en el campo de la historia y la lucha política en la Argentina. Pero no cabe dudas que bosteros y peronistas tienen en común no su composición social sino los argumentos de sus ciegos enemigos.
Así, planteadas las ideas básicas, los lugares más comunes acerca de la condición bostera, cabe señalar el otro dato fundante y revelador: Boca es una divisoria de aguas. Los bosteros tenemos la piel duramente curtida de tanto experimentar –y anoche no fue excepción ni mucho menos– que cuando Boca pierde celebran (casi) todos; y cuando gana, sólo festejamos los bosteros. Quiero decir: el sentimiento/juicio/apreciación antibosteros son directamente proporcionales a la adhesión mayoritaria.
En este momento –son las doce menos tres minutos– suenan las sirenas más cercanas, Boca es campeón de la Libertadores. Quede esta introducción precaria y apurada a la Crítica de la Razón Bostera que nos debemos aún.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-86938-2007-06-21.htmlSaturday, June 16, 2007
Critica by Marcela Angera
Con TWO no hay razonamientos ni análisis posibles; solo hay que plantar sus pinturas ante los ojos y permitir que esa visión sea la fuente primera y ultima del recorrido entre la contemplación y la intro; como los paisajes que nos regala el Universo: entran por la retina pero no los atrapa la razón: van directamente hacia adentro, a encontrarse con el alma.
Vida, experiencias y conocimientos adquiridos mellaron en TWO y ahora salen así... me recuerdan un pasaje del libro Ilusiones (Richard Bach): " La nube ignora por que se desplaza en determinada dirección... siente un impulso... ese es el rumbo del momento. Pero el cielo conoce sus razones y las configuraciones que hay detrás de todas las nubes...
... y tu también las conocerás cuando te eleves a la altura indispensable para ver mas allá del horizonte." Marcela Angera - Mar del Plata, Junio 2007.